martes, 7 de junio de 2011

INTRODUCCIÓN "esperando un milagro"



Era una noche cálida de agosto en la ciudad de Cali, José Jesús Díaz mi padre, caminaba nervioso de un lado a otro, a su lado, lo hacía Uriel Botero su suegro.

Estaban en la sala de espera de la clínica Rafael Uribe Uribe del Seguro Social. Era el 10 de agosto de 1977, en la sala de parto, Nancy Botero la esposa de José Jesús estaba dando a luz o por lo menos eso intentaba. Tenía preclancia, que es el aumento de la presión sanguínea y puede traer muchas complicaciones a la hora del parto. Generalmente la monitorean y se controla, desaparece en cuanto el bebe nace, pero ella durante el parto tuvo muerte clínica. Cuenta que estando muerta salió al pasillo y vio a su esposo y su padre, recuerda haberle pedido a Dios que la dejara volver para que su niña pudiera nacer bien. Cuando regreso, abrió los ojos y se encontró con una enfermera montada en su estomago empujando para lograr sacar a la bebe, mientras los médicos con fórceps intentaban salvarla. Eran las 0:45 del 11 de agosto cuando llegó, según dicen mis tíos la niña más linda que habían visto: Yo. Mónica Díaz Botero. Llegue a este mundo pesando 3.500 gr y midiendo 50 cm, era perfecta… hermosa.

Para mi papá fue una decepción pues esperaba un varón según me contó mi mamá, pero tiempo después ya no se separaba de mí.
mi Papi y yo con 20 días de nacida


De mi padre tengo los mejores recuerdos, pues con él, ser niña fue lo máximo. Iba conmigo a todos lados, no teníamos secretos. Pero a medida que fui creciendo y que él fue ascendiendo en su trabajo las cosas cambiaron y no precisamente para bien, el ya no confiaba en mí, me trataba muy mal porque creía que yo me acostaba con hombres, que consumía drogas. Yo siempre fui muy rebelde y grosera, además cuando nació mi hermano después de cinco años de ser la única, me sentí relegada, pero mi papá y mi abuelo materno que ya no está entre nosotros, fueron y serán los dos seres que más han marcado mi vida y a pesar de todas las cosas que pasaron con mi papá -cosas que les iré contando en el transcurso del libro- yo lo amo con todas mis fuerzas. Y para mi abuelito… no tengo palabras para describir todo lo que significó en mi vida. Era un ser humano como no he conocido otro, creo que no hay un ejemplo más claro para mí de alguien con el carácter de Cristo.  Con mi mamá, bueno… es más complicado. Ella siempre sintió celos porque tal vez mi papá estaba muy pendiente de mí y cuando llegó mi hermano Álvaro José el 17 de mayo de 1982 ella hizo lo mismo con él. Se convirtió en su consentido, lo cual creó unos vaos muy grandes entre nosotros. Siempre nos hemos querido y apoyado muchísimo, pero es ahora como adultos que hemos entendido que no fue culpa de ninguno de los dos que nuestros padres tuvieran preferencias.


Continuando con mi mamá, creo que ella ni se imagina cuanto la amo, lo maravillosa que pienso que es, porque nunca se lo he dicho. Hay algo que me impide acercarme a ella que aun no logro descubrir, y todos los días en secreto le pido a mi Padre Celestial que me ayude con eso. Claro que hoy pasó algo, hoy 24 de agosto de 2010 por primera vez me senté a hablar con ella desde el fondo de mi corazón, movida por un poder superior, le pedí perdón por tantos desprecios, porque a pesar de que mi papá se ha portado mal conmigo, yo no soy capaz de alejarme de él, al contrario, callo todo, con tal de estar bien, consentirlo y que me consienta. Mientras que con mi madre que ha sido incondicional, que se trasnocha a mi lado, que ha dado su vida no solo por mi hermano y por mi, sino también por mi hija, no le decía nada que me naciera, mejor dicho siempre había tenido deseos inmensos de decirle que la amo, que me perdone, que para mí es muy importante, pero jamás había sido capaz. 

BODA DE MIS PADRES: DE DERECHA A IZQUIERDA: Aura Buitrago abuela materna, Uriel Botero abuelo materno, Sacerdote, Mi Madre Nancy Botero, Mi Padre Jose Jesus Diaz y Ana Eva González Mi abuela paterna.

Crecí en una familia “católica”, lo pongo entre comillas porque realmente solo íbamos a misa cuando alguien moría, hacia la primera comunión, se casaba o había un bautizo. De hecho recuerdo que cuando murió mi abuelita paterna, después de cada una de las misas que se hacían por ella, todos se reunían para beber en la casa de cualquiera de mis tíos o en la nuestra olvidando el sentido espiritual por el que nos habíamos reunido.

Estudie en un colegio Cristiano evangélico donde me inculcaron muchos valores y donde comencé a conocer de Dios, pero como en mi casa eran tan “open mind”, lo que aprendía en el colegio me parecía exagerado y obsoleto, hoy en día veo la perfección de Dios en lo que hace y entiendo porque nos puso a mi hermano y a mí desde pequeños en ese colegio, para que comenzáramos a conocer de Él, ir abonando el terreno para llegar a nuestras vidas y transformarlas.

Mi infancia fue normal. A mi papá le iba muy bien, siempre lo he admirado por que es un hombre muy inteligente que consiguió las cosas a punta de trabajo y fue ascendiendo cada vez más, cada año viajábamos de vacaciones a San Andrés o la costa y jamás me negó algo de lo que le pedí, me dio siempre gusto en lo que estaba a su alcance, a mi hermano también aunque el siempre fue más callado y distante con mi papá y jamás pedía nada, recibía lo que le quisieran dar, siempre fue un niño muy noble.

Mi papá cuenta que siempre se quiso separar de mi madre, pero igual seguía junto a nosotros ya que no quería estar lejos de sus hijos.

A medida que fui creciendo fui perdiendo mi autoestima. De niña en mi familia siempre me molestaban por que tenia la frente grande, luego por ser muy flaquita, y cuando fui creciendo tuve Hipertrofia de Adenoides, Se refiere a tejido linfático inflamado que se encuentra en la vía respiratoria entre la nariz y la parte posterior de la garganta. Este tejido es similar a las amígdalas. Tenía los dientes salidos y algunos huesos de mi cara que no me hacían ver muy bien. Entonces ya no era solo en mi casa si no que los otros niños también me rechazaban. Obviamente me operaron y me hicieron un tratamiento para eso, tuve frenillos por un tiempo, quede muy bien.

Tiempo después entre a modelaje, era delgada, buena estatura, pero siempre me sentí fea y muy flaca, comencé a engordar, así que entonces en mi casa me molestaban por gorda, ahí empezó mi calvario. Mi papá me decía que no comiera tal cosa o tal otra porque estaba gorda.

Con los muchachos no me iba muy bien. Bueno, eso era lo que yo sentía, comencé a tomar pastillas, medicamentos para adelgazar, a hacerme Meso terapias y otros tratamientos costosos que pagaba mi papá. Llegue a tomar pastillas que contenían Diazepan que me ponían anoréxica, yo no pensaba que eso estaba mal pues las vendían sin prescripción médica y muchas amigas mías las tomaban, después las sacaron del mercado pues en Cali muchas jovencitas murieron por el consumo de las mismas. Yo solo tenía 16 años y esa historia continuó así hasta cuando supe que estaba enferma y la perspectiva con que veía mi cuerpo cambió. Ahora no me importa cómo me veo o me ven los demás.

Como no me gustaba vomitar todo lo que me comía en la noche me hacia un lavado o enema rectal para desocupar el estomago y llegué al punto -esto pienso que es lo más bajo- de decir que yo ya había sido gorda y que -primero muerta antes que gorda de nuevo- ¿tenaz no? Pero ese no era el único problema, peleaba porque no me gustaba mi pelo o mi nariz, en fin me faltaba amor propio.

Fue por esa época en que comenzaron los problemas con mi papá. Comenzó a desquitarse conmigo de todos  los problemas que tenía con mi mamá, además no sé si era por celos o por que,  pero comenzó a tratarme como una muchacha fácil que se acuesta con todo el mundo. Yo comencé a sentirme muy sola, vacía, porque él era como mi amigo, mi apoyo, ya que por mis problemas de autoestima no creía que pudiera gustarle a nadie y no era muy buena relacionándome con los demás. Fue entonces cuando conocí a un muchacho cerca del lugar donde teníamos una finca. Mi papá siempre le decía todo el mundo que confiaba en mí, me dejaba salir, pero eso no era real, es decir, si me dejaba salir, pero no confiaba en mí. Con este muchacho Iván, nos hicimos “novios” pongo comillas porque hoy en día sé que significa la palabra noviazgo, pero aquello era de ir al pueblo a bailar y obvio hubo besos, y aunque el siempre quiso estar conmigo íntimamente yo nunca accedí porque me sentía muy “chiqui”, no me sentía preparada. Entonces él, como muchos hombres machistas, comenzó a salir con una niña que si se acostaba con él sin poner peros y yo simplemente me alejé. ¿El problema? Que esta niña estaba enredada en cosas peores como la brujería y tenía su autoestima más baja que la mía.








No hay comentarios:

Publicar un comentario